viernes, 22 de diciembre de 2006

La cultura que sabe a Dios

Unos de los elementos más hermoso de la tradición cristiana ha sido su capacidad de acercarse a las diversas culturas y resignificarlas, a veces, de no muy buenos modales. Para muchos, esa suerte de vínculo se vería como algo innecesario y hasta mal sano. En estas líneas quiero evaluar las posibilidades y oportunidades de la fe cristiana en su dialogo con las diversas culturas.

Primero, toda cultura es parte del proyecto creador de Dios y cocreador del ser humano, en la buena tradición neortodoxa (muy, en concreto, Emil Brunner) se nos llama la atención a esa bendición de ser parte del proyecto de Dios para los seres humanos y entenderse como unas de las órdenes de la creación o mandato cultural. La expresiones que no reflejen el propósito de Dios se cuentan como expresiones subhumanas.

Es preciso señalar, que desde las ópticas fundamentalistas, se entiende que la cultura humana está divorciada del proyecto de Dios y que los cristianos necesitan salirse de este mundo y vivir con los valores “celestiales”. Jesús en su caminar fue poco ortodoxo con esos abordajes y prefirió contarse con los disidentes. En el testimonio bíblico lo encontramos escandalizando a todos aquellos que se esforzaban por mantener un canon alejado de la vida y el bienestar de la comunidad.

Niebhur en su aporte magnifico a este entendimiento de los vínculos entre Cristo y la cultura señala que esta oposición a toda la cultura humana es irracional y en todo caso ha aportado poco a la expansión de la fe cristiana.

Segundo, hay que reconocer que en este mundo de Dios, a no pocos se les ha ocurrido crear un templo de anti-valores que se expanden por la cultura humana. Que quiero decir, que hay manifestaciones de la cultura humana que en nada ayudan al proyecto de Dios, que en su esencia es crear un ser humano digno. Estas expresiones han estado marcadas por la violencia y el deseo de lucro, regularmente impuestas por las elites económicas, políticas y militares.

Hay que reconocer que la cultura humana ha sido afectada por la caída del ser humano. La ruptura del humano con Dios ha traído como consecuencia prácticas que dañan la vida misma y distancian a la comunidad de un entorno de bienestar y dignidad. Es de justicia reconocer, que por su caída, la cultura no está perdida del todo, ella tiene la posibilidad de enseñarnos para el avance de la misión cristiana; recordemos a san Pablo en medio de los atenienses reconociendo la sapiencia de sus poetas y viendo que en su altar hay un espacio para el dios de la tradición hebrea.

Tercero, hay que recordar que la única vía es la síntesis. La fe cristiana debe encarnarse en este mundo y desde ahí leudar toda la masa. Sin la capacidad de Pablo de Tarso de hacer relevante el mensaje cristiano en dialogo con la cultura greco-romana dominante, la Iglesia cristiana no hubiese pasado más allá de una secta del judaísmo. Este comentario lo hago como un simple historiador, solo con la capacidad de síntesis de hombres como Pablo, Orígenes y San Agustín pudo expandirse con un testimonio fuerte la fe cristiana. Como teólogo reconozco la acción del Espíritu Santo en la expansión del cristianismo pero no dejo de lado el dato histórico.

En las grandes luchas del tiempo de la Reforma, también Lutero hizo lo mismo. El no tuvo la menor duda, la cultura humana había dado un salto con el renacimiento y la ilustración, de ahí la agenda: encarnarse en la cultura del pueblo(idioma y música popular), hacer la iglesia más accesible a la gente, cuestionar prácticas que dañaban la vida humana y abandonar una teología que afirmaba un centro rígido y desfasado. Era la naciente modernidad, nacían los estados nacionales y no se podía sostener la idea del sacro imperio romano. Lutero tenía como única vía seguir el modelo encarnacional de Jesús de Nazaret.

Por último, queremos proponer algunas líneas de aproximación al diálogo fe y cultura.
a) La identidad cristiana se forja en la identidad del testimonio de Jesucristo. Forjar una identidad por oposición, es poco oportuno; sino revisemos las pobres identidades que se forjan por los binarismos dominantes como blanco y negro, hombre y mujer, rico y pobres, etc.

Somos iglesias cristianas por nuestro militante seguimiento al proyecto de vida abundante de Jesús. Esto, a mi juicio, ha sido una limitación del protestantismo dominicano, el cual se ha definido por no ser católico romano, dejando de lado su trasfondo protestante, evangélico y pentecostal. De esa ingenua construcción de identidad nos encontramos con la siguiente expresión: “En Semana Santa, en nuestra iglesia no se celebra nada, porque siete palabras y no se que otras cosas, son prácticas del mundo, eso es católico, eso es ...” .

En buena tradición evangélica, lo más comprensible es que todas las iglesias cristianas recordemos y hagamos recordar el evento más grande de la historia humana. Con Lutero, debiéramos tener la actitud de si hay algo que reformar se reforma. Recordemos la máxima protestante: IGLESIA REFORMADA...SIEMPRE REFORMADA.

b)La Biblia debe ser estudiada a la luz del Espíritu. Parece poco creíble, pero en nuestro medios las confesiones y las doctrinas han limitado el mensaje bíblico. Solo reconocer dos hechos que nos hablan de esto: En el mundo católico por siglos se entendió que los/as cristianos/as comunes no tenían posibilidad de leer el texto todo supeditado a la doctrina del magisterio eclesiástico, desoyendo todos los consejos del texto de que la comunidad buscara la verdad en el testimonio bíblico. Hay que pedir perdón por todos los daños provocados y las condenas cumplidas por el simple hecho de leer La Palabra de Dios.

En el mundo evangélico: Hace 15 años atrás un gran número de denominaciones prohibían y condenaban el uso de pantalones por las mujeres. Esta condena al cuerpo de la mujer, típica en las manifestaciones patriarcales, provocó mucho dolor, disciplina y humillación a miles de mujeres (Tristemente sigue sucediendo), yo no he visto la primera carta pastoral pidiendo perdón y reconociendo que esa interpretación antojadiza y simplemente machista del texto sagrado maltrato a muchas mujeres.

La Biblia es el libro de la vida. Nunca debiera ser supeditada a confesiones y dogmas que en nada avanzan el proyecto de Dios. Una clave de interpretación del texto es su opción privilegiada por la vida.

c)Una respuesta comprensible es que desde una perspectiva misiológica la iglesia cristiana tiene que aprender a dialogar con la realidad del contexto cultural. Rechazar de plano toda la cultura es una respuesta ingenua, más aún si se rechaza de plano las culturas subalternas asimilándose y sacralizándose las culturas dominantes; estas últimas con frecuencia salen airosas recibiendo la sanción positiva de las elites religiosas.

Esta es la explicación para entender la marginación de muchas expresiones culturales de los márgenes. Mientras están en los márgenes les son atribuidas toda suerte de mal hasta que son asumidas por las elites y desde ahí otra es la historia.

El dialogo debe ser honesto y abierto donde la Iglesia aprende y enseña. Mientras más conocemos nuestro contexto cultural más relevante podemos hacer el mensaje de La Palabra de Dios.

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